"Las escuelas buenas jamas tienen lugares"
Durante mucho tiempo la escuela represento para la sociedad el único camino para mejorar su forma de vida. En el presente ha dejado de ser redituable para el gobierno y la sociedad, pues los recursos económicos empleados en la educación no se recuperan de manera tangible y palpable.
Pero la sociedad también ha colaborado para que la escuela haya perdido ese valor. Contrario a lo que creeríamos, muchos padres de familia confían la educación a sus hijos varones más que a las mujeres. Este pensamiento responde a la hipótesis de que las mujeres algún día se casarán y será su esposo quién las mantenga.
También se ha generalizado la idea de que la escuela es una guardería gratuita, negando el valor que tiene. La escuela ya no es una prioridad, sino un requisito, donde los padres de familia saben que tienen que enviar a sus hijos sin más objetivo que tener tiempo para trabajar o un anhelado tiempo libre. Se liberan de las presiones que ejercen sus hijos como consecuencia de su crianza y creen ser dueños de un tiempo que ya no les corresponde; delegándolo a los docentes.
Las responsabilidades que adquiere una persona cuando se vuelve padre o madre, se olvidan en muchos casos. Por ejemplo, durante la etapa preescolar los padres no se despegan de sus hijos, les ayudan en todo, pues son pequeños y vulnerables, pagan colegios particulares accesibles para que les enseñen a leer y escribir. En educación primaria, aunque si colaboran con la escuela económicamente y les ayudan en algunas actividades a muchos de ellos los responsabilizan de su llegada y salida de la escuela, ya no acuden por ellos. Y en la secundaria definitivamente los dejan libres para ir y regresar de la escuela, ¿pero no debería continuar esta vigilancia por parte de los padres hacia sus adolescentes?
Desafortunadamente es aquí donde pocos alumnos egresaran de todo el grueso que logra acceder al ultimo periodo de la educación básica y peor si nos enfocamos al ingreso a la superior.
La educación es como un embudo. Entran muchos y salen pocos. Los más afortunados serán gente productiva en el país, aportaran cuidando, curando o enseñando a otros niños, pagaran impuestos y seguirán contribuyendo al crecimiento y desarrollo de la sociedad.
Otros simplemente se quedan en el camino, volviéndose ciudadanos inactivos y padres de familia en potencia de otros individuos que no trabajaran y no contribuirán, pero se seguirán beneficiando de lo que aportan los demás. Lo que convierte a esos insumos como perdida para toda la sociedad.
Quizá lo más inquietante resulta en ver la pobreza y la miseria como una herencia. Es perpetuar la pobreza de los individuos y su descendencia, pero también de la sociedad.
¿Esperamos a superman? O mejor cambiamos de actitud y educamos bien a los padres del futuro.